Menos de 3 meses para Río 2016; después de 112 años de espera, 89 días no son nada. Y ese es el tiempo que nos separa del comienzo del torneo olímpico de golf, el 11 de agosto (seis días después del inicio oficial de los Juegos o, para ser exactos, seis días después de la ceremonia de apertura).
Lo curioso es que la expectación creada por esos 112 años no ha sido suficiente para acallar todas las críticas y polémicas que ha despertado el torneo: con el campo, con la organización, con el calendario… y con los jugadores, claro.
Vamos a dejar algo claro desde el principio: se podrá estar de acuerdo o no con sus decisiones, pero los jugadores tienen derecho a decidir sobre su calendario de competiciones. Se podrá cuestionar lo conveniente de su decisión, a quién beneficia y a quién no; aquí dejamos clara nuestra postura, hace ya un año: somos pro-olímpicos, convencidos.
¿Qué pensáis vosotros?
Sin intención de que resulte representativa de la “opinión pública”, realizamos una encuesta en nuestro perfil de Twitter, tras las bajas en cascada de Adam Scott (que siempre demostró poco interés por el torneo), Vijay Singh y Oosthuizen a la que siguió, solo unos días después, la de Charl Schwartzel. La solución mayoritaria fue cambiar el calendario. La más lógica… y la más difícil, seguramente.
Problemas… y soluciones a partir de Río 2016
Resulta muy difícil, por no decir imposible (al menos que muchas instancias decidan intentar ponerse de acuerdo en hacerlo) modificar un calendario. Pero también hay que aceptar que “borrarse”, sin más, no es la solución: es pasarle el problema a otro. Las cosas, claras. Lo expresó muy bien Jack Nicklaus: “Si los chicos no quieren participar, quizá es que el golf no debería estar en los Juegos. El próximo año tendrán la oportunidad de votar. Si votan por mantenerlo como deporte olímpico será genial, pero si no lo hacen perderemos ese impulso que podríamos conseguir participando en Brasil”.
Porque una decisión así tendría consecuencias inmediatas; como bien señalan en Golf Digest, “como toda disciplina que entra nueva, o que vuelve como es el caso del golf, a unos Juegos Olímpicos está a prueba durante dos ciclos olímpicos, y en caso de no tener éxito se volvería a borrar del calendario de los Juegos a partir de 2024”. ¿La ausencia de los principales jugadores supondría un torneo amateur o directamente la caída del golf del programa?
Que no cunda el pánico; muchos otros jugadores, como Jordan Spieth, Jason Day, Rickie Fowler o Henrik Stenson apoyan el torneo. Un apoyo que también viene desde nuestras filas; “mi padre siempre me ha inculcado que, además de jugar bien y tratar de ganar torneos, debo intentar dejar algo más, poner mi granito de arena para contribuir a que las cosas sean mejores. Cuando me retire, espero haber dejado ese granito de arena en el golf”, ha declarado Sergio García.
Una reflexión que también podría estar en el famoso comunicado de Gary Player al respecto de las bajas de sus compatriotas: “He invertido gran parte de mi vida haciendo crecer el golf en todo el mundo, jugando en cada esquina del planeta… Hoy en día, los jugadores consiguen mucho y deberían devolver algo. Los Juegos son una forma de hacerlo, dado que no reparten ningún premio en metálico”.
Por supuesto, la responsabilidad de que el golf siga creciendo, en lo que realmente importa (popularidad, número de licencias, interés de patrocinadores, medios y gran público) no recae solo en el Top 30; ellos son atletas y su primera responsabilidad es con su carrera.
Pero hay otro punto de vista; esto no es un debate entre el corto y el largo plazo, o el bien individual y el general: “Los Juegos harán crecer el golf, con independencia de quién juegue y quién no… Se trata de una celebración del deporte, en la que el golf está por fin de vuelta: un momento que ningún otro profesional vivo ha podido experimentar antes”.
En la medida de lo posible y respetando todos los puntos de vista, no desaprovechemos ese momento.